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Motos de competición vs motos de calle

Cuando se hace referencia a las motos no podemos evitar realizar una asociación con la velocidad. De hecho, en el imaginario popular las motos, las curvas peligrosas, las carreras y la velocidad están unidas indisolublemente. Sin embargo, no siempre fue así. Ahora, desde nuestra compañía de seguros, te invitamos a profundizar en este tema.

Una mirada en el tiempo

Corría el año 1818 cuando por las calles de París se paseó la primera moto de la que se tiene memoria. Se trataba de una simple bicicleta con motor a vapor por lo que su velocidad dejaba mucho que desear. Varias décadas deberían pasar hasta que los motores de vapor se acoplaran perfectamente a las bicicletas, el responsable de esta conjugación sería el estadounidense Sylvester Howard Roper, quién inventó la primera moto con un motor de cilindros a vapor que funcionaba con carbón.

No obstante, el mérito de ser el padre de las motos se lo llevaría el alemán Gotlieb Daimler, quien construyó una moto con un motor de combustión interna. Corría el año 1885, la moto alcanzaba los 18 km/h y el motor tenía una potencia de apenas 0,5 caballos. Unas cifras que de seguro hoy nos hacen reír pero que en aquel momento representaron una transformación sin precedente.

Pasión por la velocidad

El uso del motor de combustión interna despertó una verdadera locura por la velocidad, cada fabricante se empeñaba en hacer la moto más veloz. Sin embargo, aún debería pasar un poco de tiempo antes de que surgieran las motos de competición propiamente dichas. Antiguamente, las motos que se utilizaban para correr en las pistas eran las mismas motos de calle a las que se le habían quitado o añadido algunos componentes que le permitieran rodar en el circuito de una forma más ágil.

Sin embargo, el hecho de que las motos no estuviesen especialmente diseñadas para las competencias no frenó las carreras. En 1904 se creó la Federación Internacional Motociclista y varios años más tarde, en 1949, se celebraría el primer Campeonato del Mundo de Velocidad. Desde entonces las motos de competición tomaron las riendas y hoy podemos estar seguros de que muchos de los adelantos que se aplican a las motos de calle, provienen de los circuitos de carreras.

¿En qué se diferencia una moto de competición de una de calle?

Las diferencias entre las motos de competición y las motos de calle son numerosas pero, básicamente, dependen del uso para el cual han sido diseñadas. Por ejemplo, la moto que sea matriculada y que se utilice todos los días en las calles de la ciudad debe respetar todas las normativas en términos de seguridad, emisiones y características técnicas vigentes. Además, se debe fabricar utilizando los materiales más seguros y empleando una tecnología que garantice una vida útil relativamente larga.

En el caso de las motos de competición el discurso es diferente ya que normalmente están concebidas para sacarle el máximo provecho durante el tiempo que dure la carrera puesto que, al no estar matriculadas, no se pueden utilizar en las carreteras. Esto significa que los materiales con los cuales se fabrican tienen características específicas para garantizar la mayor prestación durante la competencia. Por ejemplo, los neumáticos están hechos con una goma muy suave que mejora la adherencia pero que se desgastan con gran facilidad, incluso después de poquísimos kilómetros.