Las facturas: ¿Por qué debes guardarlas?
Las facturas llegan, las pagamos y después se traspapelan. Sin embargo, este tipo de documentos deberíamos guardarlos bien, al menos durante algunos años ya que en cualquier momento podríamos necesitarlos, ya sea para cursar una reclamación legal o para demostrar que hemos pagado puntualmente.
Tres razones por las cuales debes conservar las facturas
- En muchos casos, las facturas son el equivalente a la garantía del producto. Al presentarlas en la tienda, te darán derecho a la reparación, substitución del artículo o incluso a la devolución del dinero, si está previsto en las condiciones de compra.
- Son imprescindibles si quieres iniciar una reclamación o queja ya que son la prueba de que has comprado un producto o servicio. De hecho, sin ellas es prácticamente imposible emprender una acción legal.
- Son un instrumento vital para justificar los gastos deducibles ante el Ministerio de Hacienda. Sin las facturas y recibos, prácticamente es como si estos gastos no se hubiesen producido, sobre todo si no se han realizado mediante transferencia bancaria.
¿Qué facturas debes guardar?
Todas las facturas no cumplen las mismas funciones ni tienen el mismo tiempo de vigencia ya que este dependerá de lo estipulado por la ley y de las condiciones de compra o las cláusulas del contrato. Lo ideal es que guardes todos estos documentos en diferentes carpetas, cada una bien señalizada de manera que cuando necesites encontrar una factura, no tengas que bucear en un mar de papeles.
– Facturas del hogar. Como regla general, las debes guardar durante el periodo de un año, por si tienes que realizar una reclamación debido a un pago indebido. No obstante, si tienes espacio suficiente en casa, lo ideal sería que las conservases durante tres años.
– Tickets de la compra. Los electrodomésticos y los equipos electrónicos tienen una garantía de al menos un año pero para reclamar cualquier desperfecto deberás presentar el ticket de la compra. Por eso, se recomienda que guardes estas facturas al menos durante dos años.
– Recibos del seguro. No importa si se trata del seguro del coche o de una póliza de salud, debes guardar todos los recibos hasta que finalice el contrato. De esta forma, si tienes la necesidad de reclamar una indemnización o solicitar un servicio, podrás demostrar que has pagado puntualmente.
– Extractos bancarios. Como norma, no es necesario guardar los extractos que llegan todos los meses a casa pero se recomienda que preserves todos los documentos vinculados a los productos financieros que tengas contratados ya que estos suelen estar sujetos a una fiscalidad especial.
– Recibos presentados a Hacienda. Por ley, el Ministerio de Hacienda puede investigar a un contribuyente remontándose cuatro años atrás a partir de su última declaración. Esto significa que tendrás que guardar todos los documentos relacionados con el cobro de rentas, la compra y venta de bienes, las operaciones de inversión o cualquier otra transacción comercial. La ausencia de estos documentos podría perjudicarte en una revisión ya que no tendrías cómo justificar los gastos.