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Feb 2013 

Ciudad o montaña ¿Dónde se vive mejor?

En los últimos años nuestra percepción sobre la calidad de vida ha ido cambiando, sobre todo de la mano de nuevos movimientos que abogan por un estilo de vida más relajado. El downshifting, que significa literalmente “bajar la marcha”, es una moda anglosajona que se ha ido extendiendo por todo el mundo y que aboga por alejarse del caos de las grandes ciudades y adoptar hábitos de vida más saludables y menos estresantes.

En este contexto, los pueblos de montaña han adquirido una nueva dimensión convirtiéndose en el refugio de miles de personas. Ahora, desde nuestra compañía de seguros, profundizamos en las ventajas reales de vivir en montaña.

Los beneficios de la vida en montaña

Estar en contacto directo con la naturaleza nos reporta muchísimos beneficios, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Cuando vivimos en montaña, solemos ser más activos físicamente y esto nos ayuda a combatir aquellas enfermedades donde el sedentarismo actúa como un factor de riesgo, como las patologías cardiovasculares, los ictus, la diabetes y la hipertensión. Además, tomar sol nos ayuda a combatir la depresión y a producir vitamina D, que es esencial para mantener unos huesos sanos.

Por otra parte, el ritmo lento tan característico de la vida en los pueblos de montaña nos obliga a disminuir la marcha y actúa como un sedante natural. También se conoce que un paseo con la naturaleza como telón de fondo potencia nuestra memoria, mejora nuestra concentración y tiene el mismo poder que un ansiolítico pero podrás estar seguro de que no sufrirás sus efectos adversos.

No obstante, de seguro uno de los mayores beneficios de vivir en la montaña es el aire limpio que se respira, lejos de la contaminación que impera en las grandes ciudades. Numerosos estudios han demostrado que el monóxido de carbono, el gas que emite la combustión incompleta de los coches, las chimeneas y el cigarro, afecta el transporte de oxígeno a los tejidos. Cuando la persona ha estado expuesta durante largos periodos de tiempo a este gas puede sufrir daños en el corazón, en el sistema nervioso y en los pulmones.

Sin embargo, se conoce que en las ciudades estamos expuestos a un riesgo aún mayor que el monóxido de carbono, se trata del PM10, un nombre que se refiere a las partículas más pequeñas que provienen del polvo de las calles, los coches diesel y las fábricas. Estas pueden provocar tos crónica, asma bronquial, neuropatías e incluso cáncer pulmonar.

Todo no es en blanco y negro

Vivir en montaña es beneficioso pero no se trata de una varita mágica que cambiará de la noche a la mañana nuestros hábitos de vida. Para estar seguros de que nuestra calidad de vida mejorará realmente, es necesario asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponde y comprometernos con el cambio.

Por ejemplo, sabemos que Lanjarón, una ciudad balneario situada a los pies de la Sierra Nevada, ostenta la mayor esperanza de vida de España. No obstante, países como Francia, Italia, Luxemburgo y Alemania, donde una buena parte de la población vive en las ciudades, también poseen una gran esperanza de vida. Esto significa que en realidad lo importante es que cada persona adopte hábitos saludables y aprenda técnicas de manejo del estrés que pueda aplicar allí donde esté.