Cinco consejos prácticos para reducir el consumo de sal
La sal es uno de los enemigos más peligrosos que tenemos en nuestra cocina. De hecho, ¿sabías que según la Fundación Española del Corazón, si redujéramos a la mitad el consumo de sal cotidiano podríamos obtener beneficios para nuestra salud que son equiparables con dejar de fumar? Y es que la sal se ha relacionado con la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, la insuficiencia renal e incluso el cáncer de estómago.
El principal problema radica en que prácticamente todos los alimentos procesados contienen sal en grandes cantidades ya que se utiliza como un potenciador del sabor. De hecho, se estima que aproximadamente un 80% de la sal que consumimos proviene precisamente de los productos precocinados o envasados. Por consiguiente, resulta difícil saber con precisión cuánta sal consumimos a diario. Tanto es así que según un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid, los españoles ingerimos una media de 9,7 gramos de sal al día, casi el doble de la cantidad recomendada.
¿Cómo disminuir la cantidad de sal en la dieta?
- Reduce el consumo de alimentos procesados. Si consumes más alimentos elaborados en casa, te resultará más fácil mantener bajo control la cantidad de sal. Por eso, cuando vayas de compra, elige productos frescos que puedas cocinar y evita las conservas, la bollería industrial y los platos preparados.
- Limita el consumo de alimentos ricos en sal. Hay algunos alimentos que tienen un mayor contenido de sal que otros y que se deben consumir de manera ocasional, tal es el caso de los embutidos y quesos curados, las aceitunas, las salazones de pescado y las salsas. El pan, aunque no contiene mucha sal, es un alimento que consumimos con frecuencia por lo que también se debe dosificar.
- Recurre a las especias para sazonar. Disminuye la cantidad de sal que le echas a la comida, recuerda que es mejor echar una pizca más al final que pasarse desde el principio. Una buena estrategia consiste en recurrir a las especias ya que estas potencian mucho el sabor sin necesidad de añadir demasiada sal. El limón, el vinagre, el comino y la pimienta son excelentes substitutos de la sal.
- Compra con conciencia. Antes de comprar cualquier producto, lee atentamente su etiqueta y decántate por aquellos que tengan la menor cantidad de sal posible. Por ejemplo, en vez de comprar el clásico maní salado, puedes apostar por el maní natural, sin sal añadida. Se trata simplemente de comprar teniendo en cuenta tu salud.
- Elige la sal adecuada. En realidad, nuestro cuerpo necesita el sodio que aporta la sal para su funcionamiento por lo que no se trata de eliminar la sal por completo sino tan solo de reducir su consumo. En este sentido, puedes apostar por una sal con bajo contenido en sodio, que normalmente contiene la mitad que la sal común, o apostar por la sal marina, que al tener un sabor más intenso, se usa en menor cantidad.