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Dic 2019 

3 hábitos cotidianos insospechados que nos hacen engordar

¿Quieres perder peso, pero no lo consigues ni siquiera con dieta y ejercicio? Es probable que estés incurriendo en algunos de estos malos hábitos.

Seis de cada diez españoles han intentado adelgazar en alguna ocasión. De hecho, algunos son repetidores ya que tras seguir una dieta o haberse sometido a un régimen más intenso de actividad física, no solo han recuperado los kilos perdidos, sino que han ganado un 15% más, según un informe de la OCU.

Aunque aproximadamente el 31% de las personas intenta perder peso recurriendo a la actividad física y el 13% también sigue una dieta, lo cierto es que existen otros factores que influyen en nuestro peso corporal y que a menudo pasamos por alto.

Malas costumbres que aumentan el riesgo de sufrir obesidad

  1. Dormir poco y mal

Dormir poco y mal puede hacernos engordar. Lo confirmó un estudio realizado en la Universidad de Stanford con 1024 personas que sufrían problemas del sueño. Las personas que dormían menos de 8 horas tenían un mayor índice de masa corporal y mostraban una alteración en los niveles de leptina y grelina, dos hormonas que regulan el apetito.

El problema es que el sueño está íntimamente relacionado con diferentes procesos hormonales y metabólicos, por lo que su privación puede tener profundas implicaciones en nuestro cuerpo. La falta de sueño causa una desregulación metabólica a través de distintas vías, desde la sobreestimulación simpática hasta el desequilibrio hormonal y la inflamación subclínica, lo cual puede dar paso a la obesidad si no se practica ejercicio y se regula la cantidad de calorías consumidas.

  1. Estresarte demasiado

Algunas personas pueden perder peso cuando se encuentran estresadas, pero la mayoría terminan ganando algunos kilos de más. De hecho, una investigación llevada a cabo en el Centro Médico de la Universidad de Rotterdam encontró una relación entre los niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés, y la obesidad abdominal.

Estar bajo presión aumenta las probabilidades de que intentemos liberarla recurriendo a la comida, sobre todo a los alimentos ricos en azúcares y grasas ya que estos nos producen una sensación de placer instantánea que nos libera de las tensiones y preocupaciones, es lo que se conoce como “ingesta emocional”. Además, el cortisol está implicado en diferentes procesos metabólicos y favorece la acumulación de grasa en el organismo.

  1. Comer delante de las pantallas

Mientras más televisión miremos, más aumenta el riesgo de padecer obesidad ya que se trata de horas ociosas en las que no hacemos nada más que estar tirados en el sofá. En el caso de los niños, se estima que cada hora de televisión incrementa un 12% el riesgo de obesidad. Si durante ese tiempo de ocio también comemos, las probabilidades de ganar peso se disparan.

Un estudio realizado en la Universidad de Birmingham reveló que cuando estamos distraídos comemos entre 5 y 10 veces más que cuando prestamos atención. Debemos recordar que comer no solo satisface una necesidad biológica sino también psicológica, por lo que si no prestamos atención a la comida, es probable que sigamos comiendo mecánicamente y tardemos mucho más en sentirnos saciados, lo cual aumenta considerablemente el número de calorías consumidas.