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Mar 2015 

¿El cigarrillo electrónico realmente es menos dañino que el tradicional?

El cigarrillo electrónico se publicita como una opción menos dañina que el tabaco. ¿Qué dicen los estudios al respecto? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para la salud?

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Desde que se creó el cigarrillo electrónico, el mundo ha estado dividido. Algunos afirman que son más saludables y permiten disminuir la adicción al tabaco pero otros aseveran que son la puerta de entrada a la adicción, sobre todo para los adolescentes. Por último, hay quienes están convencidos de que son más peligrosos para nuestra salud que los cigarrillos tradicionales.

Ante esta diferencia de opiniones, recientemente el Servicio de Salud Pública de Inglaterra publicó un estudio en el que indicaba que los cigarrillos electrónicos son menos dañinos para la salud que el tabaco convencional. Según este comunicado, los cigarrillos electrónicos serían un 95% menos perjudiciales.

También se indica que unos 2,6 millones de ingleses han adoptado el cigarrillo electrónico como un tratamiento para dejar de fumar, o como una opción para eliminar la ansiedad. Además, se puntualiza que de los jóvenes y adultos que han consumido este cigarrillo, solo el 1% se han convertido en fumadores de tabaco.

Los riesgos que entraña el cigarrillo electrónico para la salud

El cigarrillo electrónico contiene un líquido compuesto, básicamente, por nicotina, glicerol, propilenglicol y algunos extractos de hierbas o alimentos que le dan su sabor característico a cada modelo. La persona aspira el vapor que genera el cigarrillo, imitando la acción de fumar.

Por eso, uno de los principales riesgos que entraña este cigarrillo es la neumonía lipoidea, que puede llegar a provocar un derrame pleural. Se trata de un proceso crónico poco común provocado por la aspiración o inhalación continua de sustancias grasas que llegan hasta los alvéolos pulmonares. Se piensa que las sustancias oleosas usadas en el cigarrillo electrónico se depositan en los alveolos de los pulmones ya que estos no las pueden absorber, formando una película de grasa que genera una reacción inflamatoria.

No obstante, se debe aclarar que los casos documentados de neumonía lipoidea relacionados con el consumo del cigarrillo electrónico no son muchos pero también se debe tener en cuenta que el uso de estos dispositivos es relativamente reciente.

De hecho, aún no ha pasado suficiente tiempo como para tener estudios científicos concluyentes sobre los efectos a largo plazo del cigarrillo electrónico. La existencia de muchas marcas con diferentes sustancias y la transformación continua de estos cigarrillos también impiden que haya conclusiones definitivas sobre sus efectos.

Aún así, se ha comprobado que el propilenglicol, el compuesto gracias al cual emana el vapor del cigarrillo, tiene efectos tóxicos y puede producir irritación en la garganta y las vías respiratorias. Además, algunos de estos cigarrillos, al igual que el humo del tabaco, contienen nitrosaminas, que son cancerígenas. Por último, no se debe olvidar que algunas versiones contienen nicotina, al igual que los tabacos convencionales, por lo que son adictivas.

¿Es menos perjudicial?

El cigarrillo convencional contiene más de 4.000 sustancias, muchas de ellas tóxicas, que se acumulan en el organismo y pueden causar unas 50 enfermedades diferentes, desde el cáncer hasta la esterilidad. Por eso, es probable que el cigarrillo electrónico sea mucho menos dañino. Sin embargo, eso no significa que sea inocuo para la salud.

De hecho, basta recordar que cuando surgieron, los cigarrillos bajos en nicotina se publicitaron como menos nocivos pero más tarde se demostró que el riesgo al que se exponía el fumador era mismo o incluso más alto ya que consumía más cigarrillos debido a la compensación nicotínica.

 

Fuentes:

McNeill, A. et. Al. (2015) E-cigarettes: an evidence update. En: Public Health England.

Grana, R. et. Al. (2014) E-Cigarettes. A Scientific Review. Circulation; 129: 1972-1986.

McCauley, L. et. Al. (2012) An Unexpected Consequence of Electronic Cigarette Use. Chest Journal; 41(4): 1110-1113.