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Oct 2014 

Comer fuera de casa y cuidar la dieta: ¿Misión imposible?

Cenar fuera de casa nos incita a pedir platos más calóricos, y lo más curioso es que no somos conscientes de los pequeños detalles que nos impulsan a elegirlos. Por ejemplo, se conoce que un menú donde los platos estén acompañados de adjetivos que nos resulten apetitosos, nos lleva a decantarnos por ellos. También se sabe que las decisiones de las personas que se encuentran a nuestro alrededor influyen en los platos elegimos y que incluso el color del local y la música que esté sonando determinan si comemos más o menos. Sin embargo, aún así, es posible comer fuera de casa y cuidar la dieta.

Cinco consejos para no exagerar con las calorías

  • Apuesta siempre por el agua. Cuando cenamos en los restaurantes o nos detenemos a tomar un refrigerio en algún bar, es usual que pidamos bebidas azucaradas o alcohólicas. Sin embargo, estas añaden muchas calorías vacías a nuestra dieta, calorías que podríamos evitar apostando simplemente por el agua, una opción que, además, es más saludable.
  • Elige aperitivos con menos calorías. Una buena dieta no es aquella que restringe el consumo de alimentos sino la que nos guía hacia las opciones menos calóricas. En este sentido, es importante ser consciente de que existen aperitivos que aportan muchas menos calorías que otros, como es el caso de los mariscos, el jamón ibérico o las verduras de temporada en comparación con las tradicionales croquetas, las patatas fritas o las tablas de queso.
  • Equilibra el menú. Cenar fuera no es una excusa para apostar por un menú desequilibrado, un hábito frecuente en el buffet libre. Lo ideal es que si ya has elegido un plato muy calórico, la otra alternativa sea más ligera, como las carnes magras cocinadas a la plancha o las verduras. De la misma manera, asegúrate de encontrar una buena proporción entre carbohidratos, grasas y azúcares.
  • Ojo con las grasas. ¿Sabías que cuando vemos un plato saludable, como la ensalada, somos más proclives a añadir otros alimentos ricos en grasas o azúcares? El ejemplo clásico es cuando apostamos por una ensalada pero la aliñamos con salsas que nos aportan muchas calorías. Por tanto, cerciórate de no pedir alimentos fritos, rebozados o salsas que contengan grasas dañinas.
  • Come sin prisa. ¿Sabías que las personas que comen demasiado rápido tienen tres veces más probabilidades de padecer sobrepeso? Esto se debe a que la sensación de saciedad tarda entre 20 y 30 minutos en viajar desde el estómago hasta el cerebro. Por tanto, comer más rápido implica ingerir más alimentos para sentirse saciados. Por eso, cuando vayas a comer fuera, relájate y disfruta de la cena, así comerás menos y te sentirás mejor.

Por último, pero no menos importante, evita llegar al restaurante con mucha hambre. Los ayunos prolongados nos hacen comer más y nos inclinan a elegir alimentos más grasos o dulces porque son una fuente de energía rápida.